08 agosto 2009

Confesiones del Kosmos


Creo entender que no existe otro sistema operativo en circunstancias adversas, me desagrada el pensar que pudiesen existir realidades alternativas. No existe un proceder más correcto que el impuesto por la rectitud de mi persona. Algunos me llaman inhumano, otros un tirano, mas yo reniego de todo epíteto, y me convenzo de mi inmunidad dentro de esta institución producto de la efectividad de mis métodos. No abandono el placer de hacer flaquear las dignidades de esta insubordinada clase de individuos.


No logro detenerme ante mis responsabilidades, creo fervientemente en la neutralización de las emociones mas indignas, viscosas y poco maduras, mas ya esta semana he logrado con gran ahínco hacer llorar de rabia, pena e impotencia a tres féminas que se encuentran en el periodo más detestable de la raza humana,…la pubertad. No me arrepiento, pero igualmente pienso, no en reformular mis acciones, sino en producir tajantes incidencias en acortar los llantos y lograr un silencio absoluto y una perdida a temperamentos ridículos que no solucionan nada.


Piden mi asesoria en las juntas directivas del colegio, soy el candidato preferencial para asumir cargos de alta superioridad, mas dudo, pues si bien lograría poseer un mayor control en mi búsqueda del disciplinamiento absoluto en todo lo ancho y largo del establecimiento; deseo lograr los primeros avances definitivos en esta insignificante muestra de infantes sin ninguna luz de nada.


Hoy recibí un elogio de parte de un alumno, mis sensaciones primeras son de profundo aplomo, me parece casi amanerada tal expresión, sin ningún respeto por una alta autoridad, prefiero ni siquiera agradecer, puesto que es muy lógico que estos díscolos se tomen ciertas atribuciones al creer que se han acercado a mis emociones. Sus pretensiones son ridículas, mi temple es insondable así como es impenetrable. Solo ocupo mis habilidades y conocimientos en un accionar dirigido a la educación de mayor excelencia vista en todo el globo.


He logrado marcar amplias distancias entre el alumnado y yo, es lo mejor, puesto que no es debido en ningún sentido de la palabra realizar acercamientos sin fines de aprendizaje, manteniendo la mayor pulcritud en el lenguaje, así como la neutralidad emocional que el alumnado y yo nos merecemos. Logro por fin sentarme a solas a comer en el casino todos los días, y es que las relaciones, ya sea con alumnos u otros profesores solo engendra confusión, malos entendidos y confianzas infundadas.


Hoy he recibido con la frente en alto, una carta de un color celeste, para ser exacto. Las razones de mi despido, son algo indecorosas, han inventado una serie de comentarios irrespetuosos que intentan atentar con mi honra. Personalmente no entiendo el nivel de demencia que profesores y alumnos han desplegado en mi contra. Puedo incluso creer que son los profesores quienes han maquinado un plan producto de la envidia que mis métodos merecen, los cuales, estos docentes, nunca aprendieron. Además es muy probable que por medio de bajos procedimientos han utilizado a los alumnos, colocándolos en contra mía. Lo que es peor, he sido pésimamente recomendado en muchas otras instituciones.


Han pasado seis meses y mi situación socioeconómica es deplorable, no logro expandir el método regulador del comportamiento, y veo como las juventudes se degradan en modas sin sentido y practicas detestables. De forma anexa, mi madre ha caído gravemente enferma, en los últimos días, y además de sufrir sin necesidad por mi situación para nada vergonzosa, se ha visto mermada en la compra de sus medicamentos, en vistas de que logro costear escasamente los gastos comunes de la casa.


Han pasado tres meses más, y estoy en el funeral de mi madre, su enfermedad le gano ampliamente y murió llorando del dolor, que no logro regular. Su partida es lamentable, pero para nada determinante en el curso de mi historia…. En medio de mis pensamientos reconozco a quien recién se ha puesto a mi lado derecho, era un alumno de antaño… me miro fácilmente por unos diez segundos, yo a la vez lo observaba impertérrito, hasta que sorpresivamente este muchacho me dice: “Mi mas sentido pésame profesor…, estoy con usted”… sin lograr entender lo que sucedía de inmediato me puse a llorar.